jueves, 20 de octubre de 2016

PACMA desprecia las plantas

El partido animalista PACMA ha logrado que el juzgado número 32 de lo Contencioso-Administrativo de Madrid haya suspendido de forma cautelar el plan del Gobierno regional madrileño de abatir ejemplares de cabra montés en la Sierra de Guadarrama, que se iba a poner en marcha precisamente ayer 19 de octubre. Sin llegar a cuestionar el objetivo del plan (reducir la población de cabra montés) ha iniciado una campaña cargando los términos (p. ej.: "La Comunidad de Madrid quiere masacrar las cabras de Guadarrama"; "Paralizada la matanza de cabras en Madrid por la denuncia de PACMA"). Siguiendo esta tendencia a exagerar los titulares, valga el que uso en esta entrada.

Sin entrar en evaluar el plan, que he de reconocer que no conozco en detalle (no se informa en la página del Parque Nacional por ejemplo ni en la de Ecologistas en Acción, que parece que se opusieron al plan durante la aprobación en el patronato) y que parece que ellos mismos no cuestionan el objetivo final de controlar la población de cabras al proponer medidas alternativas, si quiero comentar la visión sesgada y fundamentalista de PACMA.

No vamos a cuestionar la necesidad de evitar un sufrimiento innecesario a los animales, particularmente a los que criamos (todos hemos visto imágenes de una crueldad infinita que repulsan a cualquiera) pero el buenismo que quieren imponer les impide ver el conflicto y no prestar atención a la principal parte perjudicada en esta historia: la flora y vegetación amenazada de extinción (así reconocida por la legislación) existente, de momento, en el Parque Nacional (ver por ejemplo entrada del 25/12/2015), y para las que la reducción de la población de ungulados es acuciante. Ni lo ven ni quieren verlo, no publicando comentarios en su página como uno que les hice ayer mismo y supongo que no será por el único "exabrupto" que les dirigí, de estar en la inopia (y reconozco que no era necesario). Muy sensibles ellos. Conflictos similares se han repetido en otros lugares como Baleares y Canarias (Conservación Vegetal 20).

Como decía no parece fácil recavar información del plan salvo lo publicado en los medios, que mayoritariamente dicen poco más que la propia denuncia de PACMA. Algo mejor en El Confidencial (incluidas algunas opiniones de lectores, muy distintas a las incluidas en la página de PACMA), donde se señalan las principales sombras del plan como ocultismo (aquí voy a tener que darles la razón) o la señalada por José Luis Díaz Cuadrado, representante sindical de los agentes forestales: la peligrosidad de la medida.

Según el plan de gestión de la especie, ahora suspendido y presentado en febrero, la captura afectaría al 70 por ciento de la población en cinco años, lo que supondría reducir los 4.000 ejemplares actuales a 1.300, es decir, abatir entre 500 y 700 cabras al año hasta 2020 (según cuenta Onda Cero). Lo que no parece poner en riesgo de extinción a las cabras, más si tenemos en cuenta la capacidad reproductiva y adaptativa de la especie: los 4.000 ejemplares de este año proceden de unas 70 cabras introducidas por la mano humana en la década de los 90. Extinción a la que yo mismo me opondría.

PACMA se opone a cualquier método de control poblacional que implique la muerte de animales e insta a las autoridades a poner en marcha métodos de control éticos y compatibles con los derechos de los animales, con medidas como: facilitar la expansión natural y dispersión de la especie, empleo de métodos anticonceptivos, traslado de los animales a hábitat similares, respeto y protección de las poblaciones de depredadores como los lobos, gestión de las especies vegetales protegidas…(PACMA).

De lo que dicen deducimos que se oponen a que se maten animales sólo por el hombre, lo que ya de por si parece algo paradójico, situándonos/se en otra esfera del mundo natural (¿no somos también animales?, independientemente de la ironía que se puede sacar). Lo de favorecer la expansión natural parece absurdo, pues es eso precisamente es lo que ya está ocurriendo y si se favorece (traslado de individuos) ya no será natural. Además lo de exportar el problema a otros sitios donde las cabras se encontrarán sin control (o se controlarán mediante la caza) no parece muy oportuno. Lo de esperar a que el lobo las controle (parece que en Segovia así ha ocurrido) no tiene en cuenta la propia conflictividad del lobo, que éste podría preferir presas más mansas o fáciles de capturar (ganado), ni cuanto tiempo haría falta. Tiempo que las plantas amenazadas igual no tienen. Y hablando de las plantas, las últimas en ser mencionadas, precisamente controlar la población de cabras es una importante medida de gestión de las especies vegetales protegidas, una de las pocas medidas de conservación de flora amenazada promovida por una administración que poco hace por ellas.  Y hablamos de extinción de especies, no de individuos completamente reemplazables. Afortunadamente no parecen afectadas las escasas especies endémicas estrictas de la Sierra de Guadarrama, si no, estaríamos hablando de miles de años de evolución arrojadas al buche de unas cabras descontroladas.

Otras medidas como la de empleo de métodos anticonceptivos, aparte de retrasar la solución del problema unos cuantos años, necesitan aportar datos de su viabilidad económica (en el fondo todas las medidas) pues si suponen un incremento considerable ¿de donde sacar los fondos?, ¿como evitar que se saquen recortando el escaso presupuesto de otras medidas de conservación de la naturaleza?.

En fin el tema da para mucho debate, y tal vez se debería haber producido antes, y también antes se debería haber afrontado el problema para reducir su gravedad (¿no se previó en el plan de introducción de la especie?), pero no se deben evitar soluciones prácticas por opiniones fundamentalistas: más que zoófilos, en su acepción literal de amantes de los animales, sería más adecuado tildarles de zoólatras o adoradores de los animales, pero desde luego no amantes de la naturaleza, dada su sesgada visión profauna, aunque también con clases: no se mencionan a los posiblemente beneficiados carroñeros y depredadores oportunistas.

viernes, 7 de octubre de 2016

SOS Parque Natural Segovia

Campaña contra los nuevos caminos de concentración parcelaria en el Parque Natural de la Sierra de Guadarrama (Segovia). Increíble que en un Parque Natural se hagan este tipo de actuaciones contra la flora, vegetación, paisaje y patrimonio cultural. En Madrid tampoco van a la zaga este tipo de actuaciones, aunque son más raros los nuevos trazados. Es práctica habitual convertir las vías pecuarias en cuasi autopistas (pistas de dos carriles), como por ejemplo en la Cañadad Real Segoviana a su paso por Bustarviejo, Valdemanco, Lozoyuela... y eso que supuestamente está prohibido circular por ellas salvo a vehículos autorizados. Este tipo de actuación incluso se ha realizado en las cínicamente llamadas "vías verdes" como la del Lozoya, en la que se desbrozaron incluso especies catalogadas para su ampliación, cuando su supuesto fin era el senderismo. Es claro que muchos caminos requerirán obras de consolidación para mantener su transitabilidad, pero sobredimensionar las plataformas e introducir profundas cunetas por sistema parece una forma de hacer carreteras encubiertas, por lo menos con el mismo impacto, por lo que deberían tener estudio de Impacto Ambiental y justificada viabilidad económica por lo menos.

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martes, 4 de octubre de 2016

La salvación de los montes de Valsaín de la desamortización

Se ha publicado un artículo que relata como la mayor parte de los Montes de Valsaín, tal vez el bosque más emblemático de la Sierra de Guadarrama, se salvó de las desamortizaciones del s. XIX. Una crónica a caballo entre la gestión forestal y las políticas de conservación (la contra desamortización promovida por el incipiente cuerpo de ingenieros de montes), que nos habla también de como la corrupción ha sido una lacra para el interés general y particularmente la conservación de la naturaleza:

Ignacio Pérez-Soba Díez del Corral 2016. Los montes del Real Patrimonio y la desamortización (1811-1879). Revista de Administración Pública 199: 93-152.

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